Las personas llegan al yoga
con expectativas distintas.
Mientras que para unos puede
convertirse en el medio de obtener relajación, descanso y equilibrio, para
otros es la forma de desarrollar su mente y aumentar su capacidad de concentración.
Muchas se acercan al yoga
para conocerse a sí mismos, y así, aprovechar más eficazmente su potencial, la
realización personal. El objetivo lo marca el propio practicante. El yoga nunca
pide creer en nada, salvo lo que uno experimenta por si mismo.
En cuanto a los beneficios
fisiológicos durante la práctica de yoga entre otros, se puede destacar la
estimulación del sistema nervioso parasimpático el cual se activa mediante las
asanas (posiciones), la respiración y la consiguiente oxigenación del organismo,
actuando sobre el nivel de estrés del organismo, disminuyéndolo.
A nivel muscular se mejora el
tono considerablemente, así como la elasticidad.
A nivel articular se produce
más flexibilidad.
A nivel de nuestra estructura
ósea se mejora la calcificación, mediante el estiramiento del periostio (piel
que recubre el hueso) ya que la absorción de calcio aumenta en cada
estiramiento.
Además se aumenta la
capacidad pulmonar, muy recomendable para la bronquitis y su recuperación.
A nivel del sistema o aparato
circulatorio, las asanas mejoran el riego sanguíneo de todas las células del
cuerpo, revitalizando las células nerviosas. Este riego fortalece el sistema
nervioso y también la capacidad para soportar el estrés.
Con cada asana de yoga se
desarrolla la elasticidad en el diafragma
(músculo que separa la cavidad torácida de la abdominal), para evitar su
rigidez y, de esta forma poder manejar cualquier cantidad de tensión, ya sea
intelectual, emocional o física. Por esto la importancia de realizar una
respiración consciente y adecuada.
La práctica de asanas y
pranayama (respiración) ayudan a integrar el cuerpo, la respiración, la mente e
intelecto.
La respiración lenta y sin
esfuerzo durante la práctica de una asana aporta serenidad a las células del
organismo, relaja músculos faciales y libera toda la tensión de los órganos de
la percepción: los ojos, las orejas, la nariz, lengua y la piel. Cuando esto
sucede, el cerebro que se halla en constante comunicación con los órganos de la
acción, se vuelve vacío y entonces todos los pensamientos se apaciguan,
evitando que los miedos y ansiedades penetren en él.
Cuando conseguimos
desarrollar esta capacidad, realizamos nuestras tareas con eficacia, nuestra
mente se halla libre de estrés y se llena de calma y tranquilidad.
Asimismo, y según un estudio
del Indian Institute of Technology, los estiramientos pueden tener efectos
cardiovasculares. Los personas que practican esta disciplina gozan de mejor
salud cardiovascular que quienes no lo hacen, independientemente de que
realicen otra actividad física.
El motivo de esta mejora en
la salud cardiovascular hay que buscarlo, según los investigadores, en los
ejercicios de respiración, estiramientos, posturales, de relajación y de
meditación, que lentifican los procesos metabólicos de forma general.
Además mediante la
respiración se lleva a cabo durante la clase de yoga transmitimos más oxígeno a
la sangre y al cerebro, y ayudamos a controlar el prana o energía vital,
purificando el torrente sanguíneo.
Para que la respiración surta
efecto, ésta debe ser pausada y hay que
concentrarse en ella; tiene que ser profunda, calmada y aprovechando toda la
capacidad que tienen los pulmones.
Además estimula la producción
de neurotransmisores, se reduce la ansiedad y se controla el estrés.
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Esther García
Instructora de Yoga en Zagros Sports
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