sábado, 21 de abril de 2012

LA PRÁCTICA DE YOGA



Las personas llegan al yoga con expectativas distintas.

Mientras que para unos puede convertirse en el medio de obtener relajación, descanso y equilibrio, para otros es la forma de desarrollar su mente y aumentar su capacidad de concentración.

Muchas se acercan al yoga para conocerse a sí mismos, y así, aprovechar más eficazmente su potencial, la realización personal. El objetivo lo marca el propio practicante. El yoga nunca pide creer en nada, salvo lo que uno experimenta por si mismo.

En cuanto a los beneficios fisiológicos durante la práctica de yoga entre otros, se puede destacar la estimulación del sistema nervioso parasimpático el cual se activa mediante las asanas (posiciones), la respiración y la consiguiente oxigenación del organismo, actuando sobre el nivel de estrés del organismo, disminuyéndolo.

A nivel muscular se mejora el tono considerablemente, así como la elasticidad.

A nivel articular se produce más flexibilidad.

A nivel de nuestra estructura ósea se mejora la calcificación, mediante el estiramiento del periostio (piel que recubre el hueso) ya que la absorción de calcio aumenta en cada estiramiento.

Además se aumenta la capacidad pulmonar, muy recomendable para la bronquitis y su recuperación.

A nivel del sistema o aparato circulatorio, las asanas mejoran el riego sanguíneo de todas las células del cuerpo, revitalizando las células nerviosas. Este riego fortalece el sistema nervioso y también la capacidad para soportar el estrés.

Con cada asana de yoga se desarrolla la elasticidad en el diafragma  (músculo que separa la cavidad torácida de la abdominal), para evitar su rigidez y, de esta forma poder manejar cualquier cantidad de tensión, ya sea intelectual, emocional o física. Por esto la importancia de realizar una respiración consciente y adecuada.

La práctica de asanas y pranayama (respiración) ayudan a integrar el cuerpo, la respiración, la mente e intelecto.

La respiración lenta y sin esfuerzo durante la práctica de una asana aporta serenidad a las células del organismo, relaja músculos faciales y libera toda la tensión de los órganos de la percepción: los ojos, las orejas, la nariz, lengua y la piel. Cuando esto sucede, el cerebro que se halla en constante comunicación con los órganos de la acción, se vuelve vacío y entonces todos los pensamientos se apaciguan, evitando que los miedos y ansiedades penetren en él.

Cuando conseguimos desarrollar esta capacidad, realizamos nuestras tareas con eficacia, nuestra mente se halla libre de estrés y se llena de calma y tranquilidad.

Asimismo, y según un estudio del Indian Institute of Technology, los estiramientos pueden tener efectos cardiovasculares. Los personas que practican esta disciplina gozan de mejor salud cardiovascular que quienes no lo hacen, independientemente de que realicen otra actividad física.

El motivo de esta mejora en la salud cardiovascular hay que buscarlo, según los investigadores, en los ejercicios de respiración, estiramientos, posturales, de relajación y de meditación, que lentifican los procesos metabólicos de forma general.

Además mediante la respiración se lleva a cabo durante la clase de yoga transmitimos más oxígeno a la sangre y al cerebro, y ayudamos a controlar el prana o energía vital, purificando el torrente sanguíneo.

Para que la respiración surta efecto,  ésta debe ser pausada y hay que concentrarse en ella; tiene que ser profunda, calmada y aprovechando toda la capacidad que tienen los pulmones.

Además estimula la producción de neurotransmisores, se reduce la ansiedad y se controla el estrés.

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Esther García
Instructora de Yoga en Zagros Sports

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